lunes, 9 de junio de 2008

Reprimidas.

Me he dado cuenta a lo largo de los años, de que el noventa por ciento de las mujeres, en uno u otro aspecto de la vida, estamos reprimidas.

Desde que nacemos, nuestras queridas familias, y en especial nuestras maravillosas "Mamis", nos influyen de tal manera que en algún momento todas hemos tomado decisiones no correctas o poco acertadas porque en el fondo no queríamos defraudarlas.

No sólo ellas nos influyen, también nuestro autoritario "Papi", que por lo general no se enteraba de la mitad de las "aventuras estupendas" que sus hijitas corrían. Ellos tan cabreados nos dejaban "un mes castigadas sin salir ni a por el pan" no teniendo en cuenta que allí estaba nuestra madre la cual para disimular le decía....cariño, es que yo estoy muy liada y no doy mas a basto, mando a la niña y así cenamos antes....lo hacía mas que nada por no oirte más y que te despejaras un poco como tú decías necesitar.

Mi edad del pavo, la verdad, ha sido muy estupenda. Por lo general no había azotes ni bofetadas pero castigos todos los del mundo y mas. No he sido "niña" de meterme en problemas (gracias a Dios según mi madre) pero lo que se dice inventar historias por llegar tarde, todas las del mundo imaginables. La verdad, seamos sinceros, se estaba mejor en la discoteca de moda de ese momento, comiendote los morros con algún "Mr. Testosterona" de turno, que llegando puntual a las diez para cenar todos juntos y ver a José Luis Moreno y sus muñecos.

Las juergas que nos hemos corrido todos en esos fines de semana!, que por cierto se hacían larguísimos, no como ahora, y en los cuales con quinientas pesetas de paga eras la reina del mambo. Ahora con ese dinero puedo tomarme un café y comprar un paquete de chicles como mucho, que buenos tiempos eran aquellos!...

Todo era distinto, deseabas que llegara el Viernes para ir a los locales mas chic del momento...BUBU, RKO, JOY ESLAVA, PERFIL...eran muy pijas pero a ti te parecían geniales. La juerga empezaba sobre las cinco de la tarde cuando los padres de alguna amiga se habían marchado a su pueblo y esta se quedaba con su hermana la mayor, que por cierto pasaba de ella ampliamente como es lógico y sólo se dedicaba a pegarse palizones estupendos con el novio de toda la vida en la cama de sus padres por el morbo que eso tenía, supongo. Mamá, me voy a casa de Martita a hacer deberes, luego nos vamos a dar una vuelta y no llegaré tarde...y tu madre que no era lista te decía: muy bién cariño, saluda al pinchadiscos melenudo ese que te gusta tanto!.

Ya estábamos todas, que divertido. Lo primero era ponernos ciegas a sandwiches de Nocilla y cubatas de calimocho para ir entonadas a la disco y luego comenzaba lo mejor....la transformación.
Jamás he visto a mis amigas pasarlo tan bién como entonces. Aquello era como un salón de belleza pero en versión restos. Digo esto, porque la mayoría de las pinturas que usábamos o eran de las que ya no utilizaba tu hermana o las tomabas prestadas de tu madre y por lo general eran aquellas que se pudrían en un cajón del cuarto de baño, pero tu te sentías como una Top Model cuando las usabas.


Lo de "la cara lavada y recién peiná", no iba contigo. Cuanto mas polvos Mirurgia o más Tierra de Egipto te pusieras, mejor. Parecíamos Valentino con aquella cara púrpura, que dejaba por cierto los cuellos de las camisetas que era un horror. Dos buenos trazos en los ojos con lapiz azul ó negro y rimel haciendo juego eran lo más y por supuesto esa barra de labios rosa nacarado que hacía resaltar aún más el color anaranajado de tu cara, vamos un cuadro. Después llegaba el momento cardado y alzado de tupé, eso si que era divertido. Todas con permanente y ese flequillo liso el cual aguantaba toda la tarde sin moverse de su sitio, bién pringaito de laca, cuanto más barata mejor y de fijación extra fuerte. Tamara, la del "No Cambié", era una principiante a nuestro lado.
Las que usaban gafas, se volvían ciegas por unas horas pues estas quedaban guardadas en un cajón y las que llevaban corrector dental dejaban de babear las pobres metiendo aquellos alambres en unas cajitas blancas tipo polvera.

Después de la chapa y pintura, venía el alicatado. Llegaba uno de los momentos mas esperados...que nos vamos a poner?.
Lo normal era que ya llevaras pensando el modelis una semana entera pero al ser tantas niñas en aquella casa, nunca llevabas puesto tu vestuario al completo. Se hacía intercambio de todo, desde faldas hasta relleno de sujetadores, desde camisetas de marquita pasando por las bambas de moda (aquellas Victoria que todas teníamos color rosa),hasta el indispensable jersey atado a la cadera o puesto por encima de los hombros. Tú te morías de calor, pero el jersey no podía faltar. Podías elegir entre la minifalda de turno o por supuesto los pantalones de marca americana que hacían furor por aquel entonces, los cuales te hacían un culo horroroso y caido pero tu los pedías como regalo de Reyes todos los años y por supuesto la guinda final, era lo mas importante....las hombreras. Una chica sin hombreras era como un jardín sin flores, cuanto mas grandes mejor. Hasta te ponías dos si era necesario y lo más incómodo del mundo por cierto, pero no había problema tú las sujetabas con los tirantes del sujetador y te quedabas tan ancha.



Eso si que era un buén equipo de rugby y lo demás tonterías!



Salíamos todas, que parecía que fuésemos a una boda tan contentas y dispuestas a comernos el mundo. Ibamos por la calle, que parecíamos las "Pussycat Dolls" del momento, todas juntas, contoneándonos y apestando a Don Algodón. Debió de hacerse de oro el Sr. Barroso en aquel entonces, pues no había niña que no se pusiera su colonia o no usara aquellos lazos de lana, horribles por cierto ahora que lo pienso, de todos los colores del arcoiris.



Ya llegando a la discoteca empezaban los nervios. Lo primero era revisar aquel tupé mirando cualquier escaparate, y por supuesto darse otro repaso de polvos Mirurgia. Jamás en mi vida he vuelto a usarlos pues todavía recuerdo la tirantez en mi cara y me pngo mala sólo de pensarlo. Era muy importante entrar fumando un cigarrito y sobre todo hacerse notar, que se supiera que las "Pussycat Dolls" estaban allí. Ya al llegar saludabas al chico de la puerta como si fuera amigo tuyo de toda la vida para que no te cobraran la entrada y una vez dentro empezaba la locura.



Corrías hacia la barra para pedirte una copa. Entonces llegaba la pregunta de turno, que os pongo chicas?...Aquello era fascinante, hacíamos unas mezclas...coñac con batido de chocolate, kiwi con ginebra, Baylis con granadina...pero la mejor era una de mis amigas. Teniendo en cuenta que era como la Spice Girl deportista se puede imaginar el resto. Un día al llegar a la barra del camarero por el que media disco suspiraba, él le pregunta: qué te apetece guapa?...le hubiera dicho seguro...irme contigo al resevado guapo!.... pero se conformó con pedirle...unas Lágrimas del Jabalón! y se quedó ella tan estupenda. El mazizorro no salía de su asombro, perdona eso qué es? y le dice mi amiga, hay hijo pues moscatel de toda la vida!. Las carcajadas se oían hasta en el baño, pero lo peor de todo es que mi amiga fué la más odiada durante meses pues con su genial ocurrencia se ligó al camarero guaperas y se lo pasó en grande el tiempo que aquello duró.



Despues de unos bailes en la pista al són de "Broter Loui" de los Moder Talkin, "Girl you no is true" de los Milly Vanyli, o del numerazo de U2 con las muñecas cruzadas y los dedos en uve, que lástima por favor! llegaban las lentas....eso si que era la pera limonera.



Eso ya no existe, que pena, era muy divertido ver como la pista se quedaba vacía y en cuestión de minutos se llenaban los reservados. Eso si que era carnaza y no el Aquí hay tomate!. Si nuestras "Mamis y Papis" nos hubieran visto en alguna ocasión, puedo aserguraros que otro gallo cantaría. A que es cierto? ay pillinas!...



Por lo general todo empezaba muy suave. Besitos en el cuello, abrazos apasionados, te cojo de la cintura...pero aquello iba subiendo y no me refiero a lo que todos imaginamos, no. Aquella mano, cual lagartija juguetona, no paraba hasta llegar a tu escote. Tú, apretabas el codo hacia tu tripa para hacerte la dura y le decías que no, eso era impensable, no puede tocarme una teta! ni de coña!, que luego se va a pensar que soy una facilona!...



Todavía hoy cuando hablo con hombres de este tema nos reimos un montón. Uno de ellos dice que era increible en aquella época lo que tenía que hacer para tocar chicha, como él dice. Entre los jerseys, los rellenos y nuestra represión le costaba lo que no está escrito llegar a meta, pero dice que era muy divertido y que algún guantazo también se llevó en su intento.



Yo pienso que algo de eso todavía nos queda a las mujeres de mi generación y en el fondo me da mucha pena. Quizá por el que dirán, de aquel entonces, ahora algunas disfrutan menos del sexo, no llegan al orgasmo, o simplemente prefieren comprarse algo divertido en el Tapper Sex por verguenza a pedir a un hombre lo que realmente les gusta en la cama.



Hay que reconocer, que a los hombres de aquella época no les afectaron tanto como a las mujeres los famosos reservados, eso se nota. Sólo espero que aquellos maravillosos años de nuestras vidas nos hagan mirar al pasado con nostalgia y no con amargura al no haber hecho ciertas cosas que para nosotras eran tabú.



Cualquier tiempo pasado en ese aspecto fué peor.



Ahora tenemos por delante uno estupendo que hay que saber disfrutarlo, sin perder aquella frescura, pero no siendo como entonces unas chicas reprimidas.



A qué es mas emocionante?